
POR: RAYMUNDO A ACOSTA FERRÁEZ
A medida que la mayoría de nosotros nos instalamos en la vida laboral de COVID-19, recuerdo la importancia del aprendizaje en nuestras vidas. Ya sea que lo hagamos para el desarrollo personal o profesional, el aprendizaje mantiene nuestras mentes y habilidades agudas. ¡No solo evita el aburrimiento, sino que también nos impide convertirnos en personas aburridas! Envejecer, o ganar antigüedad en nuestros trabajos, tiene sus ventajas y desventajas. Por un lado, puede terminar las tareas diarias con facilidad al confiar en experiencias pasadas, plantillas de documentos y pasos estandarizados. Pero sin un aprendizaje continuo, su satisfacción personal y efectividad en el lugar de trabajo sufrirán.
Recientemente comencé una interacción divertida en una de mis clases en el Tec de Monterrey. Cada clase hago una pregunta y la abro para discusión en la sección de comentarios. La pregunta de la semana anterior fue: “¿Qué has aprendido durante la pandemia de COVID-19?”
Las respuestas me inspiran y subrayan la alegría y la importancia del aprendizaje continuo. Estas son algunas de las cosas que las personas dijeron sobre lo que están aprendiendo:
“Me mantengo actualizado en mi trabajo al aprender muchas cosas que pasé por alto todos estos años”.
“Estoy aprendiendo la importancia de la motivación y la perseverancia”.
“Cuando la vida se tranquiliza, las familias se fortalecen”.
“Estoy repensando mi papel en el trabajo”.
“Estoy estudiando un nuevo idioma”.
“Estoy fortaleciendo mis habilidades de desarrollo de video”.
“Aprendí que realmente no tenemos control del futuro, por lo que debemos amar incondicionalmente”.
“Estoy aprendiendo a enseñar un curso en línea”.
Si alguna vez trabajó en una computadora que no ha sido puesta a punto por un tiempo, es posible que haya notado que puede volverse lenta. Lo mismo nos sucede a nosotros como individuos. Necesitamos reiniciar y actualizar el software de vez en cuando, y esta pandemia es una gran oportunidad para actualizar y restablecer nuestra vida profesional.
Para ayudarlo a reiniciar, he creado un breve cuestionario, adaptado del libro de Ken Blanchard y Mark Miller, Great Leaders GROW: Convertirse en un líder para la vida. Lea cada pregunta y responda honestamente sí o no.

- ¿Tengo conocimiento actualizado sobre mi industria?
- ¿Comparto mi conocimiento con otros?
- ¿Conozco mis fortalezas y debilidades?
- ¿Tengo un mentor en mi campo?
- ¿Tengo un plan de desarrollo personal?
Si respondió no a cualquiera de las preguntas anteriores, es un buen lugar para comenzar. Por ejemplo, si eres nuevo en una industria o te has atrasado en los últimos desarrollos, sigue los siguientes pasos:
- Establezca una meta para adquirir conocimientos en un área específica de su industria.
- Establezca una fecha límite para completar su aprendizaje. Como mi esposa, Margie, a menudo dice: “Una meta sin una fecha límite es solo un sueño”.
- Tome acciones para lograr su objetivo: lea libros y artículos relevantes, tome clases y tutoriales en línea, o participe en seminarios web que llenen sus lagunas de conocimiento. Aproveche cualquier oportunidad educativa que su empleador pueda ofrecer. Y no pase por alto el valor de encontrar un mentor en su campo.
- Recompense su progreso. Cuando hayas terminado un libro, un tutorial o una clase, date una palmadita en la espalda o date un capricho de una manera que te haga sentir bien.
Realice este proceso con los elementos 1 a 5 del cuestionario anterior y convierta sus respuestas sin respuesta en respuestas afirmativas. Cuando los hayas hecho todos, comienza de nuevo y hazlos de nuevo. El punto es continuar creciendo a lo largo de su viaje de aprendizaje.
No te prepares para el fracaso al establecer tus expectativas demasiado altas. Recuerde, la perfección es el enemigo de la excelencia. Por eso le sugerí que se recompensara a medida que avanza, no solo cuando completa el objetivo.

Y no te regañes si no lo haces a la perfección. Supongamos que quiere enseñarle a un niño a decir: “Por favor, dame un vaso de agua”. Si esperabas hasta que el niño dijera toda la oración antes de darle agua, moriría de sed. Entonces, comienzas diciendo: “¡Agua! ¡Agua!” De repente, un día el niño dice “gua!”. Usted estalla en una sonrisa, abraza y besa al niño, y llama a la abuela por teléfono para que el niño pueda decir “gua!”, “gua”. No es “agua”, pero está cerca. Sé tan compasivo contigo mismo como lo serías con ese niño y elógiate por tu progreso, no por la perfección, mientras trabajas hacia tus objetivos.
Brian Herbert dijo: “La capacidad de aprender es un regalo; la habilidad de aprender es una habilidad; La voluntad de aprender es una elección.” Entonces, elige aprender hoy, ¡nunca te arrepentirás!