
Pedir disculpas y expiar es la forma correcta de lidiar con nuestras fechorías, pero los poderosos sentimientos de culpa pueden provenir de cosas de las que no somos realmente culpables.
La culpa es una emoción de peso. Y no es algo que me resulte extraño.
Como todas las emociones incómodas que hemos analizado, la culpa existe por una buena razón. Sentirse culpable puede impulsarnos a tomar medidas y rectificar una mala situación en nuestras vidas, pero no siempre es tan sencillo.
“El sentimiento de culpa aparece cuando hemos hecho algo malo, o cuando sentimos que hemos hecho algo malo”, dice la coach de vida Valorie Burton. “Esas dos cosas no son lo mismo, aunque puedan sentirse igual”.
Supongamos que realmente has hecho algo mal. Puede que te sientas culpable porque te olvidaste del cumpleaños de un amigo; o porque dejaste que un compañero de trabajo limpiara un error que cometiste; o porque rompiste el portátil de tu compañera de piso y no se lo dijiste.
Todas estas cosas pueden corroer tu felicidad. Como Valorie describe en su libro Let Go Of The Guilt: Stop Beating Yourself Up And Take Back Your Joy, la culpa que sentimos por haber hecho algo mal puede ocupar nuestros pensamientos e incluso traer consigo sensaciones físicas negativas y noches de insomnio.
Pero Valorie también describe seis pasos -lo que ella llama Las seis A- para abordar este tipo de culpa.
- ADMIT IT Admitirlo. He hecho algo malo. He causado un daño.
- ASSESS IT Evaluarlo. ¿Cuál es ese daño? ¿Sólo he roto un portátil? ¿O también rompí un vínculo de confianza?
- APOLOGIZE Pide disculpas. Pide disculpas -de forma completa y sincera a TODOS los perjudicados por tus acciones- y reconoce el impacto que ha tenido tu comportamiento.
- ATONE Compensa tu culpa. No podemos deshacer nuestros actos, pero ¿hay alguna forma de enmendar o compensar tu acción?
- ADJUST Ajusta tu comportamiento. No sigas todos estos pasos si vas a repetir tu error la próxima semana, el próximo mes o el próximo año.
- ACCEPT Acepta el perdón. Para dejar de sentirnos culpables, debemos dejar atrás nuestra acción y seguir adelante. Puede que la persona a la que hemos hecho daño esté dispuesta a perdonarnos, y si es así debemos aceptar su perdón. Pero si la persona a la que hemos hecho daño retiene su perdón, tendremos que aceptar que hemos hecho todo lo posible para afrontar nuestro comportamiento y mirar hacia el futuro.
Afrontar el sentimiento de culpa por haber obrado mal no es divertido… pero puede ser más fácil que afrontar la otra forma de culpa de la que habla Valorie en su libro: ese sentimiento de culpa que a veces arrastramos incluso cuando no está claro que hayamos hecho nada malo o perjudicial.
Valorie llama a este sentimiento “falsa” culpa.
Tuvo una epifanía sobre el impacto que la “falsa” culpa estaba teniendo en su bienestar una mañana, cuando se apresuraba a llevar a su hijo al colegio. Valorie ya llegaba tarde cuando su hijo le preguntó si podía desayunar cereales secos en la mesa del comedor, en lugar de hacerlo en el coche. Al niño le encantaban los cereales secos, pero Valorie se sentía terriblemente culpable por no haber proporcionado a su hijo un desayuno cocinado, a diferencia de su propia madre.
“Y así, en lugar de decir lo que sabía que tenía que decir, dejé que la culpa se interpusiera y dijera: ‘Bueno, tenemos que hacerlo muy rápido'”.
Ahora, con mucho retraso, Valorie y su hijo emprenden el camino al colegio.
“Mis manos sólo agarran el volante. Mis hombros están tensos. Llegamos al aparcamiento y giro tan rápido que golpeo un coche y reviento una rueda”.
Valorie se había puesto a sí misma y a su hijo en peligro, y todo por una “falsa” culpa: la sensación de que no era tan buena criando a sus hijos como su propia madre, y ese sentimiento inconsciente de que combinar su ajetreada carrera como autora con la maternidad la convertía de algún modo en una mala persona.
“Lo que ocurre es que permitimos que la [falsa] culpa se ponga en el asiento del conductor”, dice Valorie. “Secuestra tus decisiones y tus acciones”.
Para evitar que la “falsa” culpa la vuelva a secuestrar, Valorie desarrolló lo que llama la estrategia PEEL.
- PINPOINT Localiza el desencadenante de la culpa. Para Valorie se trataba de comparar desfavorablemente el desayuno ideal de su infancia con lo que le gusta comer a su hijo ahora.
- EXAMINE Examinar los pensamientos. ¿Qué historia nos estamos contando a nosotros mismos? ¿Creía Valorie que estaba siendo perezosa al servir los cereales? ¿O que estaba anteponiendo egoístamente su propio horario de trabajo a la alimentación de su hijo?
- EXCHANGED Cambia la mentira por la verdad. ¿Acaso el hijo de Valorie quería el “desayuno sureño completo de sémola, huevos, zumo de naranja y tostadas” de su abuela? ¿Era Valorie realmente una madre perezosa o egoísta? Seguramente no.
- LIST Enumera las pruebas de la verdad. Para abandonar por completo nuestra “falsa” culpa, Valorie recomienda repasar todos los hechos que socavan las historias inexactas que nos contamos a nosotros mismos. En el caso de Valorie, eso podría significar enumerar todas las pruebas que tenía de que, en realidad, era una madre cariñosa y atenta.
Muchas fuentes de “falsa” culpa están enterradas en lo más profundo de nuestra educación o en la cultura que nos rodea. Pueden desencadenarse por cosas como nuestras carreras, nuestras relaciones o incluso nuestra forma física (o la falta de ella). E incluso con estrategias como PEEL, enfrentarse a la “falsa” culpa no siempre es fácil.
“Pero me sorprende la cantidad de cosas que la gente es capaz de soltar”, dice Valorie.
Así que la próxima vez que sientas una punzada de culpa, da el primer paso para afrontarla separando las verdaderas fechorías que necesitamos expiar, y la falsa culpa que requiere un acto de bondad sólo con nosotros mismos.
Mantente a salvo, y deja tus comentarios.