
POR: RAYMUNDO ACOSTA 7-DIC-2020 10:00
La separación de las personas de las actividades con otras personas activa regiones del cerebro que normalmente se activan cuando buscamos comida, investigadores reportaron el 23 de novimebre el NATURE NEUROSCIENCE. El árticilo habla de como 40 individuos fueron escaneados sus cerebros en dos días separados: uno despues de 10 horas de ayudo, y otro despues de aislarse asi mismos de todo contacto con las redes sociales y otras personas por 10 horas. Los resultados fueron similares en las imágenes. Y nos ayuda a entender mucho de los efectos que esta pandemia por COVID puede tener en nosotros, nuestros equipos y nuestros familiares.
En una amplia perspectiva, el hambre y la soledad sirven para un propósito. El hambre nos motiva a comer, mientras que sentirnos solos puede invitarnos a tener interacción social. Las cuarentenas y el distanciamiento social por COVID-19 nos han dejado solos y aislados y con pocas maneras de sobreponerse. Si las interacciones digitales pueden o no, satisfacer nuestra “hambre” de conexión con los demás, es una pregunta que sigue abierta para los investigadores, pero este estudio nos brinda importantes aprendizajes.

Un cerebro hambriento anhela comida. Un cerebro solitario anhela a la gente. Después de pasar un día completamente aislado de cualquier otra persona, los cerebros de las personas se emocionan al ver las reuniones sociales, como el cerebro de una persona hambrienta viendo comida, informan científicos el 23 de noviembre en Nature Neuroscience.
La neurocientífica cognitiva Livia Tomova, entonces del MIT, y sus colegas hicieron que 40 participantes ayunaran durante 10 horas. Al final del día, ciertas células nerviosas del mesencéfalo se activaron en respuesta a imágenes de pizza y pastel de chocolate. Esas neuronas, en la sustancia negra pars compacta y el área tegmental ventral, producen dopamina, un mensajero químico asociado con la recompensa (SN: 27/8/15).
En un día diferente, las mismas personas se sometieron a 10 horas de aislamiento (sin amigos, sin Facebook y sin Instagram). Esa noche, las neuronas en el mismo lugar se activaron en respuesta a imágenes de personas charlando o practicando deportes en equipo. Cuanto más hambre o aislamiento informaba el sujeto, más fuerte era el efecto (SN: 4/10/17).
En las personas que informaron que en general se sentían más solas, las respuestas sociales fueron embotadas. “No sabemos realmente qué causa eso”, dice Tomova. “Quizás estar aislado no les afecta tanto, porque es algo que no es tan diferente, quizás, de su vida diaria”.
El mesencéfalo, que juega un papel importante en la motivación de las personas para buscar comida, amigos, juegos de azar o drogas, responde a las señales sociales y de comida incluso cuando las personas no tienen hambre ni se sienten solas. Después de todo, una persona siempre puede comer o pasar el rato. Pero el hambre y la soledad aumentaron la reacción e hicieron que las respuestas de las personas fueran específicas a lo que se estaban perdiendo.
Los hallazgos “hablan de nuestro estado actual”, dice Tomova, ahora en la Universidad de Cambridge. COVID-19 ha dejado a muchos más aislados socialmente, poniendo en juego la salud mental y física (SN: 29/3/20) y dejando a las personas con ansias de más que comida. “Es importante observar la dimensión social de este tipo de crisis”.
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REFERENCIAS
L. Tomova y col. El aislamiento social agudo evoca respuestas de anhelo del mesencéfalo similares al hambre. Neurociencia de la naturaleza. Publicado en línea el 23 de noviembre de 2020. doi: 10.1038 / s41593-020-00742-z.